Barcelona ocupó un lugar destacado en la vida y la trayectoria de Picasso. El artista llegó a la ciudad con su familia en 1896 cuando a su padre lo nombraron profesor de la Escuela de Bellas Artes. Siendo un joven adolescente de quince años, pronto descubrió las inmensas posibilidades que se le ofrecían, mientras seguía sus estudios académicos. La enseñanza artística le provocaba sentimientos contradictorios entre el disfrute y el aburrimiento. Muy pronto, el joven Picasso rompiendo con las convenciones comenzó a frecuentar los locales de la vanguardia, en particular el célebre cabaret Els Quatre Gats inaugurado en 1897 por Pere Romeu, y a entablar amistades con personas cercanas a sus inquietudes y a su afán de descubrimientos y de creación, como Miquel Utrillo, Santiago Rusiñol o Eugeni d’Ors. La primera exposición de su vida estaba compuesta por retratos y caricaturas de los habituales del cabaret, junto a una tela que acabaría siendo el tema de Últimos momentos. A partir de 1899, comenzó a compartir estudios con sus amigos artistas, especialmente con Carles Casagemas.
Barcelona supuso para él el comienzo de la aventura, los primeros pasos en la profesión que había elegido y un trampolín para alcanzar París y la efervescencia artística de principios del siglo XX. Fue también la ciudad a la que volvía para reponer fuerzas cerca de sus amigos y de su familia. Sus estancias eran regulares, primero con Fernande, brevemente con Eva en 1912, y en 1917 acompañado por Olga, coincidiendo con la gira del ballet de Diaghilev, Parade, presentado en Madrid y luego en Barcelona. Poco importó que la crítica se ensañara con el espectáculo, Picasso se reencontró con alegría con su círculo de amigos. Este fue además un rico periodo de producción cubista y de realización de retratos, como Olga Khokhlova con mantilla o el de Leonide Massine (coreógrafo y bailarín contratado por Serge Diaghilev) en Arlequín. En 1919, después de haberlo presentado en la exposición organizada en el palacio de Bellas Artes, Picasso donaría el cuadro al museo de arte de Barcelona. Este Arlequín, pintado en 1917 con la intención de exhibirlo al mismo tiempo que el ballet, fue por tanto la primera obra de Picasso incluida en los museos de la ciudad.Picasso volverá a Barcelona en 1926 y más tarde en 1933 y en 1934, con Olga y su hijo Paulo, pero solo por breves periodos. Luego llegó la guerra y la dictadura.
El museo Picasso, que abrió sus puertas en 1963, contó con el consentimiento de Picasso a pesar de que Franco seguía en el poder y se realizó mediante la donación de un conjunto de grabados (más de 500) de su amigo, secretario y confidente, el leal Jaime Sabartés. Por entonces, el museo se llamaba Colección Sabartés. A la muerte del poeta en 1968, Picasso añadió las cincuenta y ocho telas de su monumental serie Las Meninas, realizada en el curso de más de cuatro meses a finales de 1957, así como otra, Los pichones, también del mismo año y compuesta por nueve cuadros. Finalmente, en febrero de 1970, Picasso completó la colección con una importante donación de obras de juventud hasta entonces conservadas por su familia catalana. ¡Cerca de 1.000 obras!
El museo se instaló en la calle Montcada, en pleno barrio gótico, en el palacio Berenguer de Aguilar, edificio de arquitectura gótica catalana del siglo XIII. Posteriormente se amplió con la adquisición de los palacios Baró de Castellet, Meca, Mauri y Finestres hasta adquirir el aspecto con el que hoy lo conocemos. En la actualidad acoge la colección más importante del mundo de dibujos, pinturas y esculturas de Picasso desde sus inicios hasta el periodo azul. En los años ochenta, su esposa Jacqueline hizo también dos donaciones compuestas por 40 cerámicas y 117 grabados. Y más tarde, otras donaciones privadas vinieron a completar la colección.
A finales de 1970, el museo presentó las obras donadas recientemente por Picasso como complemento de la colección ya existente. Contrariamente a los deseos del ayuntamiento de Barcelona, la inauguración fue discreta debido a la conmoción que produjo en el artista las noticias sobre el proceso de Burgos (y sus revelaciones sobre la represión franquista) que por entonces estaba teniendo lugar.
Ilustración: Blanquita Suárez, 1917.
© Succession Picasso, 2021.