Explosiones. Dibujos de niños y violencia masiva. Una exposición en Mucem con Enki Bilal.

La exposición Déflagrations del Mucem muestra la violencia de la guerra desde el punto de vista de quienes la han padecido, a menudo en sus primeros años. En la muestra, los niños, que aquí se expresan mediante sus dibujos, son supervivientes. Guerras mundiales, campos de concentración o de refugiados, travesías del Mediterráneo en pateras… Todos han conocido el fuego enemigo, la deportación, la huida, el horror de los desplazamientos, de las masacres en masa o la pobreza extrema. Han visto cómo se dispersaban sus familias y desaparecían en el fluir de una historia que les superaba. Para contar sus experiencias, estos niños han utilizado lápices de colores en sus dibujos, un lenguaje a la vez universal e íntimo.

Para los comisarios de la exposición, «este gesto nos recuerda que, aunque estos niños sean víctimas, también son testigos y actores que cuentan, registran, muestran y participan en las memorias y relatos de las sociedades».

Sus dibujos pueden convertirse en valiosos testimonios de un momento de la historia de la que han sido testigos a su pesar. La exposición muestra más de 150 de estos dibujos, procedentes de museos, bibliotecas nacionales y universitarias, instituciones internacionales y ONG, así como de archivos de psiquiatras, psicólogos y corresponsales de guerra. Entre las películas incluidas en la exposición, un emotivo vídeo muestra a Françoise Héritier, desaparecida recientemente, analizando los mensajes subyacentes en las piezas de los niños.

Los dibujos han llegado milagrosamente hasta nosotros gracias a la tenacidad de quienes   han acudido en ayuda de estas pequeñas víctimas o tratado de ofrecerles una vida mejor o, al menos, momentos de esperanza e ilusión.

Enki Bilal, artista asociado a este proyecto, en residencia del Mucem, ha participado en esta experiencia, junto a otros artistas invitados para la ocasión. Eligió el dibujo de un niño ruandés de unos diez años que muestra a su padre asesinado e hizo una especie de versión con su propia interpretación de ese doloroso mensaje.

Pero Enki Bilal no se detuvo ahí. El tema de la exposición le remitió al Guernica, la monumental obra de Picasso que se ha convertido en un símbolo de la barbarie de todas las guerras del siglo XX. Tuvo la idea de interpretar la obra del artista integrando en ella los dibujos de los niños, como si de algún modo el propio Picasso estuviera un poco en cada uno de ellos. Enki Bilal revisita esta obra icónica –«tan atrozmente verdadera», como fue descrita en el momento de su creación– dibujándola él mismo en negro. Picasso quedó profundamente afectado por el bombardeo de Guernica un día de mercado. Después, siguiendo el mismo procedimiento, Bilal superpone y reproduce en rojo cuatro dibujos de anónimos niños artista para aportarle una cierta perennidad a la obra de Picasso, al mostrar que la violencia y el absurdo de la guerra y de los hombres que las dirigen son, desgraciadamente, atemporales. El Guernica es de 1937 y nos encontramos en 2021… Enki Bilal, al vincular el trazo de los niños con el gesto artístico de Picasso, les confiere una nueva y magnífica dimensión.

El increíble mensaje que estos niños transmiten es que, en lo más profundo de su ser, llevan consigo el inefable sentimiento de seguir viviendo. Los colores, el sol y los paisajes nos lo recuerdan, más allá de la violencia del tema inmediato y de su palpable angustia. Sus vidas estarán marcadas por recuerdos de los que querrían deshacerse, pese a desear ardientemente conservarlos intactos para dar testimonio, no olvidar su pueblo o su familia… Estas son las paradojas de la historia de cada cual. «No puedo ni olvidar ni recordar. Pero ya ves, puedo vivir y quiero vivir. ‘A pesar de todo’: la vida se resume en estas cuatro palabras» (Rithy Panh).

Déflagrations. Dessins d’enfants et violences de masse.

Mucem, Marsella, del 29 de enero al 29 de agosto de 2021.

 

 

Vista de la exposición en Fort Saint-Jean, Mucem, Marsella.
Vista de la exposición en Fort Saint-Jean, Mucem, Marsella.
© foto Jean-Julien Ney / Mucem