El amigo Jaime Sabartés (Barcelona, 1881- París, 1968).

En 2018, el Museu Picasso de Barcelona hizo públicas las cartas que Picasso le escribió a Jaime Sabartés, depositadas por el artista con la condición de que se respetara un periodo de 50 años antes de su publicación. La exposición Sabartés por Picasso por Sabartés permitía así volver sobre un “compañerismo” que comenzó a finales del siglo XIX y que dio lugar a unas memorias, Picasso. Retratos y recuerdos (en francés, Picasso portraits et souvenirs, Louis Carré y Maximilien Vox, 1946 -anterior a la edición española aparecida en 1953-, reeditadas en la década de los noventa en francés y de nuevo en español en 2018). Se sabe poco de este hombre que en 1935 se convirtió en el secretario personal del artista. “Lo conocí en Barcelona, en 1899. […] De aquella primera visita al estudio de Pablo Ruiz, guardo un recuerdo admirativo del artista que, desde su primera juventud, ha realizado una abundante obra” escribió el joven estudiante de escultura.

Se volvieron a encontrar en París en 1901; fue entonces cuando Picasso pintó Le Bock (El poeta Jaime Sabartés), hoy expuesto en el Museo Pushkin de Moscú. Después, Sabartés se fue a vivir muchos años a Guatemala (1904-1926), donde trabajó en la empresa de su tío, antes de una estancia en Uruguay entre 1928 y 1932. Los dos amigos mantuvieron contacto epistolar y Sabartés escribió un libro sobre Picasso (Picasso en su obra). Regresó a Europa en 1932, primero a París y luego a Madrid, para finalmente convertirse, en 1935, en el secretario del artista: “Esta vez a petición de Picasso, con la intención de vivir en su casa, en la rue la Boétie”. “Desde ese día, mi vida sigue en la estela de la suya, sin que me pregunte cuánto durará esta ilusión, que nos hemos propuesto que sea para siempre”.

Si Picasso acudió a Sabartés, fue porque, en el verano de 1935 –en medio de una grave crisis matrimonial con Olga y pocas semanas antes del nacimiento de Maya, la hija de Marie-Thérèse Walter– necesitaba su apoyo tanto emocional como logístico. Esta convivencia, no exenta de dificultades, duró hasta su salida del domicilio del artista en enero de 1937. Pero Sabartés reanudó sus funciones en noviembre de 1938, en esta ocasión en el número 7 de la rue des Grands-Augustins. Continuó publicando algunos artículos sobre la obra de su amigo y en especial un testimonio sobre el “periodo azul” (en 1955), considerado por los numerosos comentaristas de esta breve etapa como un texto imprescindible.  Probó suerte con la novela sin gran éxito con dos textos aparecidos respectivamente en 1947 (Don Julián) y 1949 (Son Excellence), este último traducido por Geneviève Laporte, quien por entonces mantenía una breve y apasionada relación con Picasso. Las piezas que Picasso regaló a Sabartés son sobre todo de obra gráfica, aunque la exposición de 1958 reveló una serie de collages de 1957-1958 donde Picasso se divierte insertando la caricatura de su amigo junto a fotos de pin-ups.

Una gran parte de los fondos del Museu Picasso de Barcelona provienen de la donación de Sabartés (427 obras en 1963) y, posteriormente, de Picasso, que después de la muerte de su amigo siguió donando al museo ejemplares de cada uno de los grabados que realizaba: la  “prueba Sabartés”, un conmovedor testimonio de amistad.

 

Ill. Jaime Sabartés avec Esther Williams

Daté au dos en bas « Cannes A.M/el 23.5.57.3 »

Barcelone, Musée Picasso

© Succession Picasso 2020

Daté au dos en bas « Cannes A.M/el 23.5.57.3 »
Barcelone, Musée Picasso
© Succession Picasso 2020