Tres razones simultáneas que expliquen ese renacimiento de Picasso:

Fue en 1906 cuando Picasso abandonó los procedimientos decimonónicos todavía presentes en sus periodos azul y rosa para embarcarse en un viaje hacia su peculiar forma de modernidad. En el Retrato de Gertrude Stein fue donde experimentó con esa transformación, como cuenta su entonces amiga muy cercana al describir su “largo combate” de aquella época[1].  

Ese “largo combate” tuvo lugar durante el invierno, la primavera y el verano de 1906, en el transcurso de un número insólito de sesiones de posado[2] que acabaron en mayo con la desaparición de la cara de Stein, y continuó durante la estancia de Picasso y Fernande en Gósol, un pequeño pueblo catalán en la vertiente meridional de los Pirineos. Su vuelta a París a finales de julio supuso, más que el final de un viaje, la confirmación de un renacimiento del artista, que para entonces ya había adoptado plenamente su peculiar modernidad. La finalización rápida y concluyente del retrato de Stein constituyó el primer hito de ese renacimiento.

El objetivo del presente artículo es proponer tres razones simultáneas que expliquen ese renacimiento de Picasso: su estancia en Gósol, su primer abordaje de las dudas de Cézanne y la fuerza creativa que la amistad desencadenó en él. Estas tres razones entrelazadas aparecen presentadas en tres secciones y ámbitos de investigación diferentes.

 

[1] Ver Gertrude Stein, The Autobiography of Alice B. Toklas, en Writings, Vol. I, 1903–1932 (Nueva York, The Library of America, 1998), pp. 653–913, el texto en p. 713. Ver también Gertrude Stein, Picasso, en Writings, Vol. II: 1932–1946 (Nueva York, The Library of America, 1998), pp. 497–533, concretamente en pp. 502, 509–513. Al leer estos textos, el primero de 1932 y el segundo de 1938, hay que tener en cuenta que por esa época Gertrude Stein y Picasso se habían distanciado y ella había trabado amistad con Bernard Faÿ, que la escritora se estaba decantando hacia el petainismo y que los textos antes mencionados reflejan, en mi opinión, un cierto intento de recuperar algo perdido. Sobre la deriva fascista de Stein, ver concretamente el devastador trabajo de Barbara Will: Unlikely Collaboration. Gertrude Stein, Bernard Faÿ and the Vichy Dilemma (Nueva York, Columbia University Press, 2012). Ver también las siguientes obras, más condescendientes que la de Will: Edward M. Burns y Ulla E. Dido, The letters of Gertrude Stein and Thornton Wilder (New Haven y Londres, Yale University Press, 1996), p. 405; Luci Daniel, Gertrude Stein (Londres, Reaktion Books, 2009); Laurence Madeline, Gertrude Stein, Pablo Picasso. Correspondance (París, Gallimard, 2005), pp. 349–351; Nadine Satiat, Gertrude Stein (París, Flammarion, 2010), pp. 849–976; Diana Souhami, Gertrude & Alice (Londres – Nueva York, I. B. Tauris, 1991, reimpresa en 2010), pp. 221–40. Para una interpretación del Retrato de Gertrude Stein que analiza la identidad sexual en la relación entre el pintor y la modelo, ver Robert Lubar, “Unmasking Pablo’s Gertrude: Queer Desire and the Subject of Portraiture”, The Art Bulletin 79 (1997): pp. 57–84. Sobre la amistad entre Picasso y Gertrude, ver Hélène Klein, “Gertrude Stein and Pablo Picasso: In their Own Words”, en el catálogo The Steins Collect. Matisse, Picasso, and the Parisian Avant-Garde. (New Haven y Londres, San Francisco Museum of Modern Art en colaboración con Yale University Press, 2011), pp. 243–57. Para una aproximación exhaustiva y hagiográfica a la biografía de Stein, ver Wanda A. Corn y Tirza True Latimer, Seeing Gertrude Stein. Five Stories (San Francisco, Contemporary Jewish Museum; Washington, National Portrait Gallery (Smithsonian Institution); Berkeley, Los Ángeles, Londres: UC Press, 2011).

[2] Gertrude Stein habla de noventa sesiones, al escribir: “En 1906, Picasso trabajó en mi retrato durante todo el invierno” (Stein, Picasso, p. 512). Ver John Richardson (con la colaboración de Marilyn McCully), A life of Picasso. Vol. I: 1881-1906 (Nueva York, Random House, 1992), capítulo 26, p. 404; los estudiosos, sin embargo, consideran esa cifra una exageración. Ver Gary Tinterow y Susan Alyson Stein (Eds), catálogo, Picasso in the Metropolitan Museum of Art (New Haven y Londres, 2010), p. 103.

 

Retrato de Gertrude Stein pintado por Picasso en 1906.
Picasso : Gertrude Stein, 1906, The Metropolitan Museum of Art, New York.