Suzanne Ramié, al frente del taller Madoura, participaba en todos los eventos regionales importantes dedicados a la cerámica y en especial, desde 1946, en el de Vallauris. Al trabajar a contracorriente de las tendencias de su tiempo, el taller emanaba una efervescencia creativa que Picasso, siempre alerta, no tardó en captar. La elección de Madoura para realizar su obra cerámica (alrededor de 3.500 piezas originales y 600 ediciones entre 1947 y 1971) fue el fruto de su encuentro con esta mujer excepcional, cuya singularidad percibió de inmediato.
Suzanne Ramié le enseñó las técnicas tradicionales que utilizaba para cocer y esmaltar el barro. Picasso, que quería «hacerlo todo con todo», aprovechó también, como era su costumbre, para hacerse con todo lo que encontraba por el taller: restos, piezas fallidas, pruebas, ladrillos mellados… Para la producción de las ediciones cerámicas de Picasso, en Madoura se utilizaban dos procesos: el primero permitía un tiraje limitado utilizando un molde de yeso, mientras el segundo consistía en producir réplicas auténticas de una pieza original realizada por el artista.
La presencia de Picasso en Vallauris a partir de 1948 supuso el salto a la fama del taller, aunque también la paralización temporal de su producción habitual. Dominique Sassi, ceramista en Madoura que trabajó veinte años en la producción cerámica de Picasso, contaba: «Todo tenía que resquebrajarse, burbujear, desbordarse durante la cocción. […] Todo era acierto y maravilla […] Picasso permitía lo prohibido». Pero no por ello Suzanne Ramié abandonó su propia creación. Para no rivalizar con el maestro, solo utilizaba esmaltes monocromos que fueron variando con el tiempo: blanco, amarillo brillante, azul oscuro, naranja… Picasso y Suzanne Ramié mantuvieron un diálogo a través de sus obras: los jarrones monocromos de Suzanne asoman en las piezas coloreadas y «sexuadas» de Picasso.
El Musée Magnelli inaugura el 22 de octubre de 2022 la sala Suzanne y Georges Ramié, un espacio dedicado a la exposición de 16 cerámicas únicas de Picasso recibidas en depósito y todas ellas dedicadas a Suzanne Ramié por el maestro. Las fotografías de Edward Quinn, tomadas en el taller Madoura, completan la puesta en escena de las obras. Quinn, fotógrafo de celebridades irlandés afincado en la Costa Azul, conoció a Picasso en 1951 y desde entonces disfrutó de una relación privilegiada con el artista hasta la muerte de este veinte años más tarde. Fruto de esa amistad fue la producción de varios libros y películas.
La inauguración de este espacio marca el inicio de una temporada que, a lo largo de 2023, la población de Vallauris Golfe-Juan dedicará a Picasso con motivo del cincuenta aniversario de la desaparición del artista.