La colaboración entre las primas y sus maridos demuestra que todos sabían perfectamente los beneficios que podían obtener con el arte cubista procedente de las subastas Kahnweiler. En su correspondencia se mencionan compras, posibilidades de intercambio con Kahnweiler y también con Léonce Rosenberg cuando necesitaban liquidez. El marchante alemán Karl Nierendorf, que parece haber sido muy próximo a los Lévy, se menciona a menudo. Denise y Georges Lévy vivían en Estrasburgo, cerca de la frontera franco-alemana, e iban con regularidad a Colonia para comprar obras a la galería Nierendorf y a la sucursal de la galería Alfred Flechtheim. Después de la guerra, la economía alemana pasó por una superinflación, sobre todo en 1922-1923, cuando el marco no valía nada (se multiplicó por 100.000 millones). Esta extraordinaria devaluación del marco aumentó considerablemente el poder de compra de los extranjeros, que usaban francos o dólares, unas monedas muy fuertes, mientras que el marco, extremadamente fluctuante, no era nada fiable. Esta situación se describe expresamente en las cartas entre las primas. A finales de 1922, Denise escribía a Simone: «Georges seguro que va a Colonia, sobre todo ahora que el marco está a 70» y, algunos meses después, a la vuelta de un viaje a Alemania: «André podría ganar bastante dinero, ocúpate de eso porque podría haber cosas interesantes para comprar o André podría venderle cosas a él. En Alemania hay mucha demanda de cuadros de pintores franceses en moneda francesa, sobre todo de Braque, Picasso, Derain y Léger». Denise luego le pregunta a Simone que si puede hacerse con obras de Braque y Léger y a qué precios. El propio Georges Lévy escribía a Simone en 1924 y mencionaba posibles negocios con el hermano de Denise, Jean Nordmann, con obras procedentes de las ventas de bienes embargados. La trayectoria de ciertas obras resulta bastante difícil de seguir, pues cambiaron muchas veces de manos. En mayo de 1924, Georges escribía: «Nordmann compraría el Léger de 2.500 francos si seguís interesados en venderlo. Para financiar nuestro próximo viaje a París, me gustaría vender el Picasso (Muchacha) que le guarda Kahnweiler a Nordmann. Le he dicho que cuesta cerca de 2.300 francos» 1. Si esta Muchacha de Picasso que parece guardada en la galería Kahnweiler es la que compró Simone en la 4ª subasta, su precio se ha multiplicado por diez. Los Lévy, con la ayuda de Simone y los consejos de André Breton, se comportaban como corredores, como demuestra una carta de Georges de junio de 1924: «Querida Simone, 1º lo que me interesa en cuanto a Nordmann es la posibilidad de ganar dinero. No sé si resultará ventajoso ofrecerle cuadros de Éluard o el de K. En cualquier caso —y si no es pedirle demasiado— sería muy útil que fuera a preguntarle a K. el precio del Picasso / 2º En casa de Éluard he visto varios cuadros que me tientan mucho. Elija usted, con la ayuda de André, el Chirico que más le guste. Si no es de los más caros, podría coger dos», y concluye su carta: «Braque no me interesa ahora más que a los precios de una subasta Kahnweiler, y por eso es probable que no haya nada que hacer»2. En efecto, tan solo un año después de la última subasta Kahnweiler, las obras cubistas, pese a los críticos nacionalistas que asociaban el cubismo al art boche ["arte alemán" en sentido despectivo], subieron de precio considerablemente. Suscitaban un gran interés en el grupo surrealista, tanto por su calidad estética como por ser una fuente de beneficios a través del comercio dentro del grupo y su reventa a coleccionistas de fuera.