Reconciliación profesional con Kahnweiler y en dificultades de Kootz

Si bien no sabemos la fecha exacta de la reconciliación profesional con Kahnweiler, este último organizó en su galería la exposición Picasso, obras de Provenza, 1945-1948 en octubre de 1948. Comprendía unas sesenta pinturas, dibujos y esculturas, lo que podría indicar que los dos hombres retomaron su acuerdo de exclusividad más o menos en verano de 1948, un acuerdo que Kahnweiler nunca desveló. Esto corresponde a la retirada de Kootz, pero el estadounidense no desaparece completamente del entorno de Picasso, sigue escribiéndole y trabajando para él. Así pues, en octubre el marchante le cuenta un viaje a Texas, donde ha organizado una exposición de Picasso con la intención de llegar a un público acaudalado, pero se queja de la falta de interés de los texanos por la cultura en general y por el arte moderno en particular. Los precios exorbitantes que había pagado Kootz para tener los Picassos quizá habían terminado con el entusiasmo del marchante. A partir de 1949, las relaciones se relajan, aunque no llegan a interrumpirse. Una carta del 2 de mayo de 1949, de Kootz a Picasso, explica que el marchante lamenta la actitud del artista en sus últimas visitas de enero y de marzo, justifica los malos resultados de las ventas, quejándose del alto número de obras que tiene en stock y de que los negocios van especialmente mal para todos los marchantes «La exposición de Curt Valentino de obras menores demuestra lo que digo, pues no tuvo un gran éxito de ventas»[i]. Frente a esa situación de inseguridad, el marchante expresa su deseo de reabrir una galería para ampliar su clientela, insinuando entre líneas que también para presentar a otros artistas, y le pide a Picasso un compromiso más explícito de su asociación. El artista, aunque haya retomado el contacto con Kahnweiler, no corta los lazos con Kootz. De hecho, fue en 1949 cuando se produjo el famoso trueque del descapotable estadounidense por un bodegón de Picasso. Aunque la historia se haya convertido en leyenda, quedan pocos testimonios. El único que hemos encontrado, el de otro marchante (Aimé Maeght), indica que el coche fue transportado a París y no al sur, y que fue en 1949 y no en 1947, como se había dicho: «Sam Kootz, marchante neoyorquino digno de un cómic: fajos de dólares en el bolsillo de la pechera, réplicas inenarrables y métodos de trabajo sorprendentes, (¿pues no aparcó un Oldsmobile nuevo debajo de la ventana de Picasso en la calle Grands Augustins, y no le dio las llaves hasta que lo intercambió por un bodegón, que se llevó como si fuera lo más normal del mundo, ante un estupefacto Louis Carré?)»[ii]. La obra en cuestión, Ave y cuchillo sobre una mesa, 1947 [Z. XV, 41] sería desvelada en la nueva galería de Kootz, en el número 600 de Madison Avenue, en la exposición colectiva: «The Birds and the Beast» [«Los pájaros y la bestia»] del 25 de octubre al 12 de noviembre de 1949, al lado de los estadounidenses William Baziotes y Robert Motherwell, así como de Braque o de Miró, y se venderá durante la exposición al coleccionista Victor Ganz. Pocos meses más tarde, Kootz reitera la confrontación con el lienzo Mujer acostada, de 1941 [Z. XI, 285], que ilustra la portada del catálogo de la exposición colectiva «Black on White Paintings by European and American Artists» [«Pinturas negro sobre blanco de artistas europeos y estadounidenses»]. La exposición tuvo lugar del 28 de febrero al 20 de marzo de 1950, y en ella se yuxtaponen europeos modernos tales como Dubuffet, Mondrian o Miró a los jóvenes estadounidenses De Kooning, Hofmann y Motherwell, entre muchos otros. Aunque la estrategia de Kootz era legitimar el arte moderno estadounidense, le habría gustado comprar más obras de Picasso, y habrá que esperar hasta 1956 para que organice otra exposición individual del artista. A finales de 1948, Picasso obtuvo por fin lo que deseaba: había conseguido que Kahnweiler cediera en cuanto a los precios y ya no necesitaba tanto a Kootz, pero, como cuenta Françoise Gilot, «Kahnweiler por fin cambió de postura. Se decidió a comprar y firmó un contrato —a los precios que pedía Pablo— según el cual Pablo se comprometía a no vender directamente a ningún otro marchante. Pero Pablo ya estaba bastante ligado a Kootz, y a veces le decía a Kahnweiler “Me gustaría dejarle este lienzo a Kootz” y, cuando llegaba Kootz, Pablo le decía que se fuera a casa de Kahnweiler a buscar el lienzo que le había reservado»[iii].

 

[i] «Curt Valentin’s show of smaller things will have shown you that condition, in that he had no great sales success». Carta de Sam Kootz a Picasso, 2 de mayo de 1949, Archives Musée Picasso, París.

[ii] «Sam Kootz, marchand new-yorkais issu d’une bande dessinée : liesses de dollars dans sa poche de poitrine, inénarrables réparties et méthodes de travail surprenantes, (garant une Oldsmobile neuve sous les fenêtres de Picasso rue des Grands Augustins, ne lui en donna-t-il pas les clés en échange d’une nature morte qu’il emporta sans façon, sous les yeux ahuris de Louis Carré ?)». Annie y Michel Gall, Maeght le Magnifique, Christian de Bartillat, Ed., 1992, p. 114.

[iii] «Kahnweiler sortit enfin de ses retranchements. Il décida d’acheter et conclu un contrat – aux prix de Pablo – aux termes duquel Pablo s’engageait à ne vendre directement à aucun autre marchand. Mais Pablo s’était entre temps, assez lié avec Kootz, et il disait parfois à Kahnweiler : ‘’J’aimerais laisser cette toile à Kootz’’ et, lorsque Kootz arrivait, Pablo lui disait d’aller chercher chez Kahnweiler la toile qu’il lui avait réservée». Françoise Gilot y Carlton Lake, p. 183.

Robert Capa, Paul antes de que el Oldsmobile en Pablo Picasso, Vallauris.
Pablo Picasso, Las aves de corral y un cuchillo en una mesa, 21 de marzo, 1947.