la morriña de Picasso

Una anécdota resume bien la morriña de Picasso, la nostalgia que siente por España. Un día, Luis Miguel Dominguín le envía un jamón a su amigo Pablo. Después de comérselo, Picasso llama al torero para que le ayudara a resolver su problema: ¿qué hago con el hueso? Para él, el hueso español de un jamón español no podía sepultarse en una tierra extranjera. Dominguín está de acuerdo. Va a Francia y los dos entierran en hueso en los jardines del consulado de España en Marsella.[1]

A Picasso le gusta arrumarse a su cultura y a sus raíces. Disfruta de la huella y la identidad catalana durante sus estancias en el Rosellón (entre 1953 y 1955). El artista se entrega a su pasión por los toros, sobre todo en Céret. Perpiñán le recuerda al ambiente de su país natal, tan próximo. Le pide a Paule Lazerme, su anfitrión, que se vista con el traje típico catalán para retratarlo. Y, cuando él mismo posa para el fotógrafo Raymond Fabre, que lo sigue en sus paseos por la ciudad, le gusta llevar puesta la barretina tradicional. De hecho, en 1954 dibuja unos bocetos de un hombre tocado con ese gorro catalán.[2]

Picasso está decidido: no regresará nunca a España y «no quiere que el cuadro Guernica, ni ninguno de los bocetos preparatorios, entren y se expongan en España mientras Franco siga vivo». De ahí que su cuadro estuviera varias décadas expuesto en el MoMA de Nueva York y solo se expusiera en Madrid después de la muerte del dictador y el regreso de la democracia, a partir de 1981 en el Casón del Buen Retiro, y en 1992 se trasladara a su residencia actual: el Museo Reina Sofía de Madrid.

En julio de 1976, pocos meses después de la muerte de Franco (20 de noviembre de 1975), en la Bienal de Venecia, el pabellón oficial está simbólicamente cerrado y una ambiciosa exposición titulada «España: vanguardia artística y realidad social, 1936-1976» se presenta en el pabellón central por un colectivo de críticos y artistas[3]. La serie Sueño y mentira de Franco (1937) abre esta exposición, recolocando, a título póstumo, a Picasso en el contexto de inspirador de la generación del exilio y la lucha antifranquista.

Homenaje a aquel que había puesto en escena hasta el fin de sus días su cultura y sus raíces españolas. Al estilo de un manifiesto.

 

[1] Una exposición «Picasso - Dominguín, una amistad» se celebró en el 2018 en el Museo de las Culturas Taurinas de Nimes (Francia).

[2] A este respecto, véase el texto de Joséphine Matamoros en el catálogo de «Picasso Perpignan», ediciones Snoeck, 2017, p. 157.

[3]  España: Vanguardia artística y realidad social, catálogo de la exposición, Valencia, IVAM, 2018. La exposición de 1976 fue coordinada por Tomás Llorens, futuro creador del IVAM y luego director del Museo Reina Sofía, y Valeriano Bozal.

Picasso, La paloma, 9 de enero de 1949, Litografía, París, Museo Nacional Picasso
Picasso, La paloma, 9 de enero de 1949, Litografía, París, Museo Nacional Picasso