Eluard, a pesar de sus desacuerdos con Breton, elaboró junto a él el Dictionnaire abrégé du surréalisme. Y Picasso estuvo muy presente en su nuevo poemario, donde le dedicó el poema «Paroles peintes» (aparecido originalmente en Cahiers d’Art nº. 4-5, en 1937). El 27 de junio de 1938, Paul Eluard, siempre con problemas de dinero, vendió a Penrose su colección, incluidos los grabados de 1936 y los retratos de Nusch, así como obras más antiguas (el ensamblaje Le Casse-croute, de 1914, que posteriormente Penrose donaría a la Tate Gallery). Los dos hombres pasaron juntos el verano de 1938 en Mougins. Y al parecer Picasso, aunque no se tomó muy bien la transacción, no se lo echó en cara a su amigo, ya que las obras habían ido a parar a manos de un «íntimo».
En el otoño de 1938, Eluard escribió un poema sobre el pintor (Cahiers d'Art n°3-10, 1938), titulado «À Pablo Picasso»:
[…] Te sermonearon sobre el alma y el cuerpo
Has vuelto a poner la cabeza sobre los hombros
Has agujereado la lengua del hombre saciado
Has incinerado el pan bendito de la belleza […]
[…] ¿Hay barro más seco que todos esos periódicos rotos
Con los que te lanzas a la conquista de la aurora
De la aurora de un simple objeto?
Dibujas amorosamente lo que aguardaba para existir
Dibujas en el vacío
Como no dibuja nadie […]
[…] Buen viaje para la guitarra y el pájaro
Una sola pasión para la cama y el barco
Para el follaje muerto y el vino nuevo […]
[…] La mañana alumbra un fruto verde
Dora los trigos, las mejillas, los corazones
Sostienes la llama entre los dedos
Y pintas como un incendio […]
[…] No puedes aniquilarte
Todo renace ante tus ojos justos […]
Más tarde llegaría la ruptura definitiva entre Breton y Eluard, cuyo detonante fue la ejecución en marzo de 1938 en Moscú de Nikolái Bujarin, víctima de las purgas estalinistas. En el artículo «Le surréalisme et la peinture», aparecido en 1925 en La Révolution surréaliste, Breton había escrito: «Si el surrealismo quiere marcarse una línea de conducta moral no tiene más que pasar por lo que pasó Picasso y volverá a pasar». De hecho durante la década de 1930, Picasso había colaborado con diversos miembros del grupo surrealista, como Georges Hugnet, en Petite Anthologie poétique du surréalisme (París, Éditions Jeanne Bucher, 1934, un grabado), Benjamin Péret, en De derrière les fagots (París, Éditions surréalistes, 1934, un grabado) o Paul Eluard, en La Barre d'appui (París, Éditions des Cahiers d’Art, 1936, tres grabados). En 1938, Eluard escribió «À Pablo Picasso», que apareció en el poemario Donner à voir en 1939, donde figura la famosa frase: «Has vuelto a colocar la cabeza sobre los hombros». La evolución intelectual de Eluard entró en conflicto con la de Breton, sobre todo después del regreso de este último de México, donde se había encontrado con Trotski. Cuando Eluard y Breton se pelearon, Breton exigió de todos los surrealistas que rompieran con Eluard y "sabotearan su poesía". Picasso, así como Max Ernst, Man Ray y Roland Penrose, se negaron. La ruptura se consumó en septiembre de 1938, poniendo punto final a una íntima amistad de 20 años. Tras su periodo de movilización militar, al volver a París, Breton se encontró el grupo surrealista dividido. Georges Hugnet, Man Ray y Max Ernst, indignados por su intromisión en su relación con Eluard, rompieron con Breton y abandonaron el grupo. Sin embargo, Eluard consideraba que la posición de Picasso en el conflicto había sido poco contundente, como le confió a Gala en una carta del 1 de enero de 1939.