Kootz, personaje y personalidad atípicos, abrió su primera galería en 1945 después de haber tenido varias vidas: licenciado en Derecho en 1921, ejerció su especialidad en Virginia mientras se interesaba por el arte estadounidense. Dos años después se trasladó a Nueva York, donde empezó a trabajar en publicidad y también a escribir artículos sobre arte moderno. En 1930, publicó su primer libro: Modern American Painters. Después, de la mano del artista Stuart Davis, se dedicó a la creación de diseños textiles y montó algunas exposiciones en grandes almacenes o en galerías hasta que abrió su propio espacio. Su exposición inaugural, muy ambiciosa, se consagró a Fernand Léger con la idea de mostrar al mundo que su galería iba a ser internacional e iba a representar un arte de calidad[i]. En seguida se interesó por los artistas estadounidenses y, a través de varios artículos y de una furibunda carta abierta al New York Times de 1941, exhortó a los jóvenes artistas a liberarse del estilo europeo y a buscar sus propios medios de expresión. Su ánimo por promover un arte nuevo no estaba desprovisto de conocimientos de historia del arte. Ya en 1941, cuando Europa estaba en plena guerra, Kootz hablaba de Picasso como una figura de referencia, un modelo para los jóvenes artistas estadounidenses. En su carta al New York Times del 5 de octubre de 1941, calificada por el periódico de "un bombazo", escribía que: «[…] Picasso, tengo que señalar, también hizo un cuadro antifascista: el mural del Guernica. Pero Picasso aportó un impacto moderno con la invención de una técnica fresca para expresar sus pensamientos… lo que importa es cómo usas lo que heredas. Puedes buscar en el fondo del armario y salir con el Greco, Cézanne, la escultura africana y docenas de influencias diversas, como hizo Picasso. Pero puedes darles un giro personal, como hizo él, con una adición creativa, y a veces acaba siendo un bien tuyo propio […] Ha llegado la hora de que los pintores estadounidenses investiguen lo que están haciendo y por qué […] Solo me interesa un arte creativo, uno que tenga el valor y la voluntad de continuar, de seguir adelante. No me interesa lo meramente raro o la diferencia aislada. Se trata fundamentalmente de una fe en la forma —tanto abstracta como figurativa— y en el crecimiento creativo de la forma para representar la amplitud de miras de los artistas del año 1941».[ii]
Cuando Sam Kootz vuela a París en diciembre de 1946, la estrategia que quiere seguir, comentada extensamente en la obra de Serge Guilbaut, De cómo Nueva York robó la idea de arte moderno[iii], es la siguiente: si representa a Picasso, podría exponerlo entre las obras de los jóvenes pintores a los que representa y así darles una credibilidad. El vender cuadros de Picasso también le serviría como motor para que funcione la galería. De modo que elige cuidadosamente las nueve obras que Picasso se compromete a venderle y las expone, con gran apoyo publicitario, del 27 de enero al 15 de febrero de 1947: «La primera muestra en América después de la guerra de pinturas recientes de Picasso».
[i] Dorothy Seckler, Oral Interview with Samuel Kootz, 13 de abril de 1964, Archives of American Art, Smithsonian Institution, Washington D.C.
[ii] «[…] Picasso, I point out, also made an anti-fascist picture, The Guernica mural. But Picasso contributed a modern impact through invention of a fresh technique to express his thought…what matters is how you use what you inherit. You can reach down in the bag and come up with Greco, Cézanne, Negro Sculpture and a few dozen assorted influences – the way Picasso did. But you can give them a personal twist, as he did, by creative addition, and something comes out that is your own property…The time has arrived for American painters to investigate what they are doing and why…My interest remains in a creative art, one that has the guts and the will to continue, to press on. It is not an interest in the merely unusual or stray difference. It is fundamentally a faith in form – whether abstract or representational – and in the creative growth of form to meet the expanded thinking of artists in the year 1941»
[iii] Serge Guilbaut, Comment Nueva York vola l’idée d’art moderne, J. Chambon, Nîmes, 1983, pp. 193-201 [edición española De cómo Nueva York robó la idea de arte moderno, editorial Tirant Lo Blanch, S.L., Valencia, 2007].